martes, 6 de octubre de 2009

Ayer te soñé y no eras tú.


Eras alguien más, que no conozco.

Igual que muchas gentes que se sienten caminar por las calles y van dormidos-muertos.
La sonrisa era idéntica a la que tenías hace 1000000000 años oscuros y aburridos.

Buscando el significado de sus pasos, habitan casas de dudoso valor letal.

Todo se corrompe con las idas del soplo de Dios, un poder cósmico que en lengua de Lucas the Duck suenan gastadas, más que no escuchadas y fuera de lugar.

No queda de otras que ser crípticon y dar risa.

Hundirte un poco en aguas lentas, llenas de poseídos que luchan por salvar sus almas rotas, negras, chupadas.

Hipnointoxicados por el microchip del olvido inmediato, por las ondas herztizanas de muy bajo presupuesto.

Siempre criticando, nunca actuando. Y si lo hago es porque lo sé.

No queda de otra que recurrir a los bastiones del seudo pecado de estar bien excitado sin mostrarlo, bien clavado sin ser clavo, bien despierto estando ido.

Seguro de la duda que existe en mi interior. La duda sin fondo.

Recuperar la estimación del segundo privado, del momento continuó que se extingue como si fuera tabaco rubio ovalado crudo.

Guardándome para darme a la noche ebria de todos.
Dándole al motor de ceniza.

Quemando la sonrisa gastada inútilmente en tus juegos de azar.

Perpetrando la gran angustia del terror de la tranquilidad.

Esperando soñar que seas tú y no te conozca.

No hay comentarios: