Terminar con el maldito muralito después de dos meses me hizo sentir aliviado pero al mismo tiempo me dio una minidepresion, porque: ¿Y ahora cuando hago otro?
Me di una mini celebración por haber terminado la “obra” con sendas lata de pacífico (3).
El sábado tuve la oportunidad de mezclarme en una tocada de ponk en un escenario muy rústico. Estuvo de pelos. Hasta hubo cohetes y toda la cosa. Hartas laidies y banda nueva de conocer por mí. Unos franchutes fueron invitados por su servidor y se dedicaron a perseguir puercos y comer mazorcas fritas con sal y limón. Después se fueron.
De ahí a otra fiesta de skin heads ska punks queretanos de la cual recuerdo muy poco.
Después de una minicaminata llegué a su plácida casa, comime un pollo a la mole rojo y pum a jetear. 5:30 de la mañana. Hace 10 horas que no paro de cotorrear.
Todo el domingo se lo dedique a la cama y a una sana proyección de películas de tutti fruti en la televisión. Santa Hueva. Tutti frutti espectacular como siempre.
Y de pronto de nuevo a la rutina. Y terminar el mural. Que la mera verdad quedó bien machín-nice-picudon-siniestro-colorido-uyuyuy.
Que postearé a la ebriedad posible en cuanto tome unas fotos.
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