miércoles, 24 de septiembre de 2008

No hay peor ciego que el que ve y se calla.

Aún estando lejos de todo lugar los estímulos no cesan. Sientome como un Frankestein recibiendo fuertes descargas provenientes de rayos produciéndome espasmos de vida que no llegan a despertarme.

Si tan solo pudiera dejar de pensar en ciertas cosas pero bueno a nadie afecta, solo a mí.

Parece que fue ayer el día que visité el museo virtual y pude observar absorto durante bastantes minutos la pintura de luz que ese día estaba en exhibición. Después me dijeron que se trataba de una tal Lisa la Mona pero aún con ese nombre nunca desapareció de mi cabeza esa imagen. Han transcurrido casi unas cuantas decenas de millones de segundos y no se ha borraó de mi cabeza. Y digo, las cosas bellas son para perdurar y el pintor que hizo tal obra merece todo mi respeto. Es un mago. Y la modelo ni se diga: Destila una belleza apendejante.

Los pensamientos son cada vez más absurdos, ejemplo:

El dolor axilar prosigue disminuyendo a pesar de la lejanía del accidente. Auch. Depende de mi posición al dormir que no me duela. ¿Pues que si estuvo muy macizo el golpazo? Parece que sí.

Otro más:

Las caminatas cada vez son más seguidas y cada vez más aburridas. Nada sucede en la calle, ni de aquí ni de allá. Nada.

Y los cigarros siguen estando observándome desde el cenicero. Ahh mis fieles acompañantes esos tubitos llenos de yerbitas color café que brindan tos a mis mugrosotes pulmones. Cof. Tos cada día más cavernosa.

Tales son las cosas en las cuales debo de dejar de pensar…pero ahí siguen y lo harán por un tiempo indefinido.

Se me olvidaba una de las más importantes: No viajar en metro metacrudo por que no hay baños para cagar.

Golpes en la pared significan solo una cosa. El rock a esta hora despierta a los vecinos.



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