miércoles, 21 de enero de 2009

La perdurable incontinencia de la imbecilidad y su estructura personal o de como detener el incesante dialogo-monologo interior.

Es algo difícil ya que ante el menor estimulo la mente se dispara por vericuetos ya tan casi olvidados pero que en verdad no lo son ni lo están. Palabras tales como plecostomos y chicha detonan la febril catarata de imágenes que se arremolinan como peces queriendo un bocado de un pan desecho.

Intrincadas y cuasi dementes teorías del como, del porqué y a que hora ocurrió el cambio de estación recurren a las manos y se mueven sin querer detenerse. Se presumen como una cura para que el imbécil se sienta menos atolondrado por sus extrañas manías. Presiente que el próximo siglo será de nuevo cuando pueda volver a sentir las manos y esa mirada agotada que alguna vez lo hizo creer en que todo el mundo era de color rosa pastel.

Un pastel del cual nunca obtuvo ni un pedazo. Ahora que los cumpleaños están prohibidos, las distancias y los minutos serán solo eso. Puede ser que algún día se den cuenta de que lo que digo es verdad; presume y lo dice, todo lo que sea tomado como un año no será más que un montón de noches y días sin razón. Solo los momentos adecuados serán tomados como medida de tiempo. Y de esos se dice estar lleno. Aunque ya se esta quedando casi vacio. Un Hueco sin Eco.

Pero lo que más desea y ojalá sucediera es permanecer en total silencio interior. Sin más recuerdos. Sin más turbaciones en el reflejo. Sin más de ese raro insomnio que solo le hace querer desear lo que cada nanosegundo le niega. Shhhhhhhhhhh.

El imbécil duerme arropado en un manto de miedo. Ahora es solo un personaje que se disuelve entre las ondas alfa de un sueño. Y ahí ocurre todo. Ahí adentro se despierta aún en los brazos de su madre, aún corre de la mano de su padre, todavía juega a las escondidas con su hermano y aún besa la boca de su amada.

Igualmente su madre le arranca los brazos, su padre lo viola, su hermano lo deja olvidado y su amada lo desvanece. Así sin más el imbécil sigue dormido en su manto de temor. Pero algún día despertará y lo hará desnudo y sin miedo. Sintiendo que de nuevo su mente le pertenece. Y no podrá dar marcha atrás, ahí donde se quedan las cosas cuando se avanza.

Y así todo quedó por fin en silencio.

Sh…

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