martes, 20 de enero de 2009

Lo mismo es casi diferente.

Es como la lucesita que queda en una ceniza de un cigarro que ya se está apagando.

Y que la terminas por apagar pues su humo apesta todo el cuarto y sus zonas aledañas.

Me quedo mudo ante tan grata sorpresa ¿De veras? (Dice una voz) Pues no lo sé. Debería de ser bueno pues eso es lo que parece. Y podría hablar de muchas cosas más pero yo solo sé que esta no es la bebida que pedí. Turn it off please. Todas las luces se apagan. Y la gente deja el recinto. Solo quedan las sillas volteadas y un reguero de agua que nadie sabe de donde salió.

En un lugar muy alejado de la ciudad tres personas están besando: una besa un vidrio congelado de una tienda boutique donde venden vestidos rojos pero su mente esta segura de que los maniquíes no se enojaran. Imágenes, solo eso siente. Los otros dos hacen lo correcto.

Pero lo único acertado y universalmente correcto es que nada lo es. Se podría decir que lo más decente sería cortarse las venas con un pedazo de plastilina seca o correr por las calles en búsqueda de un trozo de pan; porque cuanta hambre tiene el pequeño delincuente que habita en mí estomago que a estas horas ya esta pidiendo una vez más un bocado de alimento. Pero no es correcto.

Al parecer nada de lo que piensa el que arriba escribe es acertado.

Por eso déjame a mí hacerlo. El pobre ya esta desahuciado por tanto pavor en su cabecita. Yo sé que es lo que le pasa y no es más que una sarta de alucinaciones colectivas envueltas en pedacitos de sobriedad aburrida. Me cuenta que a pesar de todo lo que hace nada resulta como el quiere. Siempre mete la pata. Me dice que si la onda esa de meter la pata fuera exactamente eso (meter la pata en algo y que una navaja gigante le cortara un trozo de carne) ya no tendría más que unos muy cortos muñones en vez de piernas y pies. Los muñoncitos le llegarían casi a las ingles. Un freak de circo, eso sería.

Por eso dejémosle que se exprese lo mejor que pueda y no darle por su lado, está loco. O es muy sensible como a el gusta decirle a su extraña condición. Le gusta hablarme de su cárcel que se ha creado. Que el solito se mete a ella y el mismo cierra el candado. Dice que no hay poder humano que pueda sacarlo de ahí. Ni un abrazo de su señora esposa, ni un cumplido por parte de sus amigos. Nada. Su autoestima esta por debajo de lo normal. Se siente rechazado por el mismo. Lo mejor que hay que hacer es escucharle y tratar de comprenderlo.

¿Y todo esto a que viene? , ¿Qué tiene que ver con los besos, con el cigarro, con el suicidio, con las ganas de vivir en medio de una dulce patraña diaria? A ver dime porque como que ya no entendí.

Te escucho.

A ver dime.

De nuevo la sala se queda vacía. No hay nadie y él está hablando solo. Se quiere sentar en el filo del escenario. Y de nuevo ve a esas tres personas besándose. Uno hace lo correcto y los otros dos…se van tranquilamente caminando entre las sillas derrumbadas en un gran charco de agua. No entiende nada. Prende la luz y se ve rodeado de gente riendo. De perros que sangran de los ojos, de luces que se meten en su cuerpo, de gente que suda, de tiernas libélulas que desaparecen al tocarlas. Prefiere apagar la luz.

¿Eso es todo? Por el día de hoy si. Ya es hora de que despiertes.




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