martes, 17 de junio de 2008

Pura coincidencia??

--Oiga yo a usted la conozco.

--¿Ahhh si? Y de donde si se puede saber, porque yo a usted no.

--De una vida pasada. Es usted la Duquesa, bueno más bien fue la duquesa.

--¿La Duquesa?

--Si esa mera. En aquel entonces yo era su humilde lacayo. Quien sabe que sucedió pero se enamoró de mí. Y yo de usted, claro. Y así pasamos varias vidas. Nos enamorábamos y después nos moríamos solo para encontrarnos de nuevo en otro lugar y tiempo.

--¿No estará usted confundido, drogado o borracho?

--Le aseguro que no. Desde aquella primera vez nos hemos encontrado ya varias otras veces. Siempre siendo diferentes y casi siempre yo la reconozco. Déjeme decirle que no es nada fácil de olvidar todo lo que nos ha sucedido en esas vidas.

--Mire señor, si esta es su manera de ligar chicas en un bar le puedo decir que no es muy normal, pero de todos modos me está molestando. ¿Por qué mejor no se aleja y me deja tranquila?

--No fue mi intención molestarle. De verdad. Pero permítame pagarle esta ronda. A usted y a sus amigos.

--No se moleste.

--No es molestia alguna. Compermiso.

El “señor que creía en la reencarnación” se alejo y se fue a la barra. Le dijo al mesero que el iba a pagar la ronda de la “chica duquesa”. El mesero lo miró con cara de incredulidad. Pero el señor le pagó con una moneda de oro.

Salió del bar abriendo su paraguas antiguo. Volteó para dedicarle una sonrisa en manera de despedida a la duquesa, que quien sabe porque también le sonrió. Al parecer no se veía tan molesta. Quien sabe, a lo mejor todavía faltaba poco para la otra vida. La lluvia lo decía.

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