lunes, 13 de octubre de 2008

En contr arte es...

Sin duda fue una semana en la cual hubo varios encuentros.

“Encuentro: Coincidencia o reunión de dos o mas personas o cosas en el mismo lugar”

También fueron un jueves y viernes atiborrados de etilidad.

El jueves en la noche un encuentro con un tipo que solía vivir por donde yo vivía teniendo como resultado una sana convivencia con músicos de cierto bar de cierto renombre en esta ciudad. Una cantidad (por cierto muy vasta) de cubetas y micheladas hicieron acto de presencia sobre la mesa del bar donde ocurrió en encuentro. Plática sobre los rumbos que solíamos visitar y lo crudo que se ha vuelto el “barrio”. De esta peda salí como pude en búsqueda de cigarros, solo que al regresar de nuevo al bar me perdí.
Preferí dormir en mi cama y no en un sucio baldío de esta comarca.

Al despertar coincidí con mi cerebro en ir por una beercita de dos litros, después otro encuentro fortuito tuvo lugar: Una botella de whisky semivacía o semillena (cuestión de enfoque) en mi mochila. Yommi. Todo esto antes de las 2 de la tarde de un viernes al parecer igual que todos.

Pero no fue así. Un mail con una invitación implícita reconforto mis ganas de beber más tarde.

Por lo mientras tuve que mentalizarme para llegar al trabajo muy ebrio. En el trabajo no pasó nada así que pude ir al Sanborns por otras cervecitas. Después otras así hasta que dieran las 9 o 10 de la noche hora en que la reunión (llena de encuentros) tuviera lugar.

Encuentros, encuentro y más encuentros. Hay de todo tipo. Hay encuentros con la muerte, con el amor, con la ley, con algo que creías ya perdido, con la vida. Pero el más difícil, (según mi puntillo de vista) es el encuentro CON UNO MISMO. Y este es casi imposible de darse cuenta cuando sucede.

Así que busque por las calles la dirección dada. Unos atentos policías que no me quitaban la vista de encima fueron los que me dieron el dato correcto. Por un segundo pensé que me iban a detener por mi avanzado estado de descomposición, pero no fue así.

Camine otro poco, pasé por no muy antiguas calles que solía atravesar a diario. Una casita con luz y musikirri parece ser la elegida. Y en efecto la he encontrado. Unos compas me reciben (extraño) con efusividad y amabilidad.

Y pues a darle gusto al gusto. Inauguración de su nueva vivienda muy agradable por cierto. Al poco rato (o mucho lo ignoro) otro agradable encuentro. Mucho. Agradable. De esos en que las pupilas (las mías) se agrandan y demás signos de “quepedomepasaperobuenomejorsigonormal” y trato de ser lo más normal posible.

Muy sociable el chamaco platicando con todos y todas. Por un momento me entró la catatonia de socializar y me enclaustro en el cuarto donde estaba la “gabacha” que reproducía the cure y las ultrasónicas, así como demás música selecta.

Pasan las horas o minutos, me descatatonizo y prosigo con la platicada, chorcha y desmadre.

Esta por demás decir que el transcurso de la fiesta prosiguió entre nubes de humo, canciones, cantadas, coplas, mareos, risas, deseos, angustias, alegrías, cerveza, platicas, idiomas extraños, alucines baratos y demás parafernalia que ocurría en mi cabeza.

Pero mi cuerpesucho ya me pedía un descansito. Así que me encontré con un poco de sentido común y salí de ahí no sin antes despedirme de los anfitriones y demás raza. Adiós y te amordido un perro entre dientes.

Camine hasta la casa como ya es una costumbre en mis pies y llegue sano; salvo que estaba lleno de extrañas espinas en mis tenis y pantalón.

Encuentro mi cama vacía (como ya es costumbre para ella) desplomándome con todo mi peso casi muerto. Encuentro un descanso muy merecido esperando tener más encuentros cercanos de este tipo.

Pero al final de cuentas ¿Me encontré con algo que haya válido la pena buscar? Creo que sí: Una rápida visión del placer de ser uno mismo.

Salud!

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