miércoles, 3 de diciembre de 2008

Por fin...vaya limpia.

Te das cuenta de que el rumbo ya no sirve cuando a pesar de todos los esfuerzo que hagas de todos modos van a caer directo al bote de la basura. Sin ninguna compasión te deshaces de lo que nunca debió de haberse dicho. Sin embargo pasa y cuando esto sucede los pequeñitos trozos de amistad u lo que sea se derrumban sin remedio. Comienzas a alucinar barato, a no confiar ni de tu sombra porque sabes que si lo haces te puede meter el pie. Y es harto frustrante que tú mismo te hagas sabotaje, claro que esto ya es una costumbre.

De cierta manera nunca dejaste de querer.

De querer tanto y darte cuenta de que no podías tenerlo; de saber que eso que querías te hizo tanto daño, que en cuanto existe la posibilidad de reprochar lo haces sin recato, sin medir lo que pueda pasar. Llegas a detestar lo que tanto amabas. De nuevo saber que por andar en el momento inadecuado no te das cuenta de lo que haces y siempre es muy tarde cuando reaccionas.

Y así llega la indiferencia. Todo apestaba a que sí hubiera dicho que si o que no todo hubiese sido inútil. Pero con ciertas personas nunca se sabe nada. Te hacen saber de sus sentimientos cuando ya estos no le interesan ni al que te los dice. Y te los hacen saber de la manera más antagónica.

Todos pueden seguir con sus vidas puesto que nada cambia. Todo sigue fantásticamente igual. Aunque creas que ya cambió todo sigue igual. Nadie cree nada. Y todos se la creen.

Pero a mí solo me importa lo que yo hago. Por eso cuando sucede lo contrario me desvío del rumbo. Llego a tomar decisiones que no son del todo buenas y a las cuales poco después les buscó alguna absurda solución. Es mi estilo. Y algunas veces resulta.

Pero no todo es fatalismo ni pavor al que dirán los Limantour. Prefiero quedarme con los buenos días y noches, con las risas, abrazos, besos y buenos deseos, excelentes pláticas, asombrosos descubrimientos, bellísimos momentos que con las tontas soluciones, que con los reproches borrachos, que con las groserías y mucho menos las mentiras.

Prefiero lo honesto y quedarme relax con lo bueno que fue todo aquello, tan chingón que fue pensar en tener una vida compartida con alguien tan especial, tan inteligente, tan bella pero que al fin y al cabo resultó ser tan…ella. Y yo, pues yo.

Aquí ya no hay cupo para los perdones, si no más bien para las GRACIAS. Por todo lo que fue y lo que se llegó a crear, puesto que nunca jamás nada cambiará.

Muchas tanques. Y gur nait.

PD: Como dice Pony Bravo:

Necesito llorar y no me salen lágrimas lo más que hacen mis ojos es sudar.

Un sudor de esfuerzo por llorar.

Por muchas gotas que caen yo no me desahogo…me ahogo.

Y ya, basta.



No hay comentarios: