viernes, 18 de abril de 2008

Las extravagancias del aire.


Se dan y se sienten.

Un aire capaz de hacer sentir que la alegría está a solo unos pasos.

Por supuesto que no hablo de los pedos.

Hablo del aire que se oye por las noches. Ese que entra por la ventana de los cuartos y que aliviana este puto calor.

Hablo del aire limpio de hace algunas noches. Digámosle mejor viento. Además de todo fue viento serio. Hace tiempo que no sentía un viento así. Tan delicioso.

Poco después volvería a sentirlo. Solo. Por las calles donde abandonas tus pensamientos. Compartiéndolos con la banqueta y el asfalto vacío. Y con los cigarrillos que forjaba al paso. Sin detenerme en los altos de los semáforos. A esa hora no hay autos.

Eludir atajos no muy convenientes. Demasiada soledad los hace sospechosos. Mejor camino por donde deberían de pasar autos a 100 km por hora. Me desplazo por una empinada carretera. Me detengo a mirar las luces de está ciudadcita tan extrañamente afable.

Camino más y llego al lugar donde puede decirse que salvé una vida. Casi. Después salto entre enormes agujeros que serán futuras macetas de grandes árboles. Todo es inmenso cuando estás tan cansado y pensando en unos cabellos cortos.

De bajada todo es rápido. Llegar a casa y dejar que el calor se disipe. Y fumar. Claro, sólo quedan tres cigarrillos los cuales se evaporan en cuanto los sacas de la cajetilla. Pero el viento hace que todo sea más agradable.

No hay comentarios: