jueves, 17 de abril de 2008

Si acaso una, ves?

Euforia, eso es lo que he llegado a comprender.

La euforia es lo que llena mi cerebro, mis ideas y mis actos. Así sin más. Una urgencia devora mis ganas de hacer cosas. Y no solo es querer correr o bailar o coger. Va más allá de cualquier pensamiento normal. Bueno, no tanto como no normal. Sino que se necesitarían de más instrumentos para llevar a cabo las ideas que eufóricamente aturden mi pensar. Imagino camiones, tractores, bulldozers, edificios llenos de gente disfrazada, animales amaestrados, enanos malabaristas, contorsionistas rusas rudas de grandes carnes y proporciones pantagruélicas, albercas llenas de espuma morada con olor a uva, cantidades extra de vino rojo, ríos de cerveza, montones de estilos de música, meseras bizcas, meseros elegantes y serviciales.

Además, ¿porqué no? Se necesitaría de grandes cantidades e paciencia, amor, hambre de conocer cosas nunca vistas, poemas dichos al calor de las copas, juegos inventados al momento, risas sin ninguna hipocresía y ademanes de buena educación.

También contaríamos con ventiladores o aire acondicionado, ambulancias para los que les pudiera dar un pazón, camas para los calientes, condones para los precavidos y dildos para los más desinhibidos. Todos con urgencia de hacer algo que no sea lo que están haciendo.

Urgencia de platicar, de moverte de ese estado, una deseperación por salir del lugar, una debilidad por estar donde no debes de estar, PARECER Y NO SER, buscar y encontrar.

Euforia de buscar de nuevo lo que tanto te gusta. Y una vez que lo has encontrado, mmmm, ¿que hacer? Lo más lógico sería disfrutarlo. ¡Así es! Disfrutar del gozo. Del ambiente tan raro. Del calor que tanto odias. De ver caras nunca antes vistas. De reconocer que ahí esta lo que tanto has querido.

Pero la euforia no solo se remite a circunstancias anómalas. También la euforia existe en los tranquilos momentos de sobriedad (puede ser ridícula o estática) en la cual la euforia hace que todo cambie de textura, color, intención y sentido.

Esa euforia, la que da la sobriedad, es tan complicada y difícil de manejar que puede parecer locura. Para algunos lo será. Para otros no tanto. Pero de todos modos te observarán extrañados de tu comportamiento. Nadie esta acostumbrado a ver a alguien eufórico al menos que se enoje. La felicidad eufórica, el amor eufórico, la tranquilidad eufórica, uts uts uts puede ser que nunca sea bien vista.

Pero para eso hay tiempo. Para dar a conocer estos estados tan poco vendibles. Tan subestimados, si se puede decir. Tan confundidos por las masas. Je. Las masas.

Nebulosas llenas de euforia invaden la galaxia y caen de lleno a nuestros pies. Solo hay que saber reconocerlas, guardarlas y dejar que sean. La euforia al poder. Presidentes eufóricos, jefes eufóricos, madres y padres eufóricos. Todos nosotros eufóricos.

Vivir en EUFORIA.

4 comentarios:

Paula Muñoz Inclán dijo...

mmm... paranoia eufórica?

limbocolectivo dijo...

Eufóricamente chance.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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