domingo, 6 de abril de 2008

Pulke mata metal.

Desde el jueves la onda de andar por las calles en estado no muy sobrio se volvió agradable. Así que el Sábado tenia la opción de ir a una conciertillo de rock. Así que tome una hoja y apunte la dirección. Salí de la casa y tomé un camión. Casi al llegar al lugar donde era el toquin decidí bajarme unas cuadras antes. El metal por este día se podía ir a fregarse. Tome la dirección hacia la pulquería EL BORREGO DE ORO. Este lugarcito es testigo de lágrimas y risas por parte del personal. Más de mí que de alguien más. Puedo estar seguro. Aunque en esta ocasión la visita era por motivos diferentes. Simplemente por gusto.

Así que llegue y me puse en la barra. A mi lado estaba Marcial, el vigilante del lugar donde trabajo y que tantas veces me había invitado. Pero solo hasta hoy se pudo armar. La onda era tranquila, así que pedí un pulque y Marcial me invito a dar un recorrido por otros tugurios de mala fama de por el lugar. Mientras yo me tomaba el pulke y el una cerveza, me contaba la historia de su vida. Yo lo escuchaba detenidamente. Ya sabrán. Antes rico y poderoso, ahora borracho y jugador. Ante todo fiel a su madrecita santa, trabajó aquí y allá, gran coleccionista de discos de rock, asesino de dones, gran madreador, boxeador, frontenista macizo, etc. Todo un estuche de monerías.

No se porque pero es muy seguido que a los lugares donde habituó beber casi siempre me sale el GRAN CABRON del barrio. Y esta vez no fue la excepción. Entre tragos me de chela me decía que le preguntará a Uriel lo cabrón que era él. Y pues si. Resultó que el ES URIEL y no Marcial. Pues se cambio el nombre para que su abogado lo pudiera desafanar de un asesinato. Así que tomo prestado el nombre de Marcial. Y Uriel, quien es el que atiende el lugar, no es Uriel sino Godoy. Algo así. Me conto de las madrizas que se organizaban y de cómo tenían que barrer toda la sangre de los madreados. De cómo se coge a un chingo de señoras de los bares. De cómo le gusta chupar, solo que este día estaba muy cansado. Aún así, cuando terminamos de beber ahí, nos fuimos al otro barcito.

Clásico. Todas las meseras lo conocían. Hasta los que tocaban la música lo conocían. Pedimos dos chelas y bebimos. Urielmarcial no dejaba de chulear alas meseritas. Una aparentaba tener casi 18 años. Gordita y con sus ropas ajustadas a sus enormes senos. Material de primera, me decía Marcial. No pues si, le contestaba yo. Nombrree y en el Tenampa las viejas están mejor. Vámonos para allá me dice. Y para allá vamos. Este es mi barrio decíame muy orgulloso. 50 años me respaldan. Llegamos al famoso Tenampa. Este lugar ya lo conocía. Solo que no recordaba como se llamaba. Urielmarcial supercoqueton con las gordis del lugar no dejaba de tocarles las nalgas. Eso si. El lugar no es más grande que un cuartito chico. Pegadas en la pared hay unas escaleras que te llevan al VIP. ¿Y ahí que onda? Le pregunté. Ahhh pues allá arriba si subes ya no bajas. La otra ve encueramos a una chava. A la que saludamos cuando entramos, a esa gordita la de las piernas bonitas. Si. A esa mera la encueramos y le dimos de nalgadas. Ya después me querían encuerar a mi. Pero pues mejor me escapé. Orale.

Bebemos despacio. Después Marcial me pregunta si no llevaba mochila. Le digo que si. Pero al parecer la dejó olvidad en el otro bar. Tranquilamente terminamos nuestras cervezas y vamos para el otro lugar. Y si. Ahí esta su mochila. Sana y salva. Se despide Uriel de un servidor y se va a su casa.

Yo me voy a mirar por ahí. Hace poco era un lugar visitado con frecuencia pero debido a errores de medida y precaución me ha sido vetado caminar por ahí. Así que aprovecho y camino por ahí. Paso por unas canchas. Taloneó a un morro un cigarro. Me ve medio feo pero me vale. Su novia me dice: Es un peso. Me voy. Las escaleras del puente son justo lo que necesito para fumar un poco en mi pipa. Aceite para el cerebro. Y no hacer tonterías. Me recargo en el puente y veo las vías de tren que pasan abajo. Recuerdos. Pssss. Sigo caminando mejor. Estoy en una esquina. Veo para la izquierda y mejor sigo caminando. Parquecito solitario. Pasillo aún más y con unas banquitas para dar otras fumaditas. Más aceite para el cerebro. Relajante. Así que camino y veo a unos fresitas comiendo tacos. La noche apenas cae. Y el Luchador esta cerca. Ahí las cervezas son baratas y el barman es chido. Antes de llegar un auto se detiene y me pregunta la dirección del hotel NOSEKE, los mando muy cerca, creo. Entró al Luchador y esta semivacío. Pido cerveza. Más. El gentilicio es mínimo. Dos señoritas, un parejita y un solitario carichillón son mis acompañantes. O yo de ellos. Una mesera que no veía hace años sigue aquí. Es de esas que según pasan las copas se va transformando de una fealdad pura a una belleza mágica. Y en este momento esta a la mitad. Le pregunto si me puede traer unos limones. Me los trae y se sienta a mi lado. Platicamos unos segundos pues al poco rato llega una horda de lesbianas universitarias seudo frescas. Al parecer hay un mitin de Derechos por ser Diferente o algo así. Mucho ruido y pocas chelas. Ponen al insufrible de Pepe Pepe en la rockola. Las damas cantan a todo pulmón. Nefaston. Salgo del lugar. Demasiadas lesbianas por un día.

Afuera puedo ver al escuadrón de la muerte bebiendo bebidas toxicas. MMM. Les doy cinco pesos y me junto con ellos. Al principio se muestran reacios y desconfiados. Pero al quinto trago de aguardiente ya estamos platicando machin. Algunos policías se comienzan a juntar a nuestro lado. Permanecemos quietos. No vaya a ser que yo me vea como fuera de lugar- pienso- así que mejor me quedo igual de quieto que ellos. Un policía se acerca y nos da las buenas noches. Buenas noches. Al parecer soy la nueva adquisición del vicio.

Un ex locutor, un trailero, un maestro y otros dos chavales son los que se juntan aquí. Parecen locos pero están demasiado cuerdos. Y platicamos largo rato. Hasta que se acaban dos botellitas de aguardiente. Antes de irme les rolo la pipa. Pero nadie quiere. Fumo y me despido. Nuevos amigos, je.

Ahora viene la parte que a todos nos da hueva. El camino de regreso a casa. Solo que esta vez se me hizo liviano liviano. Pensando en todo lo que hago. ¿Por qué lo hago? Que es eso de estar caminado por la cornisa de un gran canal a las tres de la mañana semi ebrio y pachecón? Sin embargo mi cabecita esta sana. Creo escuchar la sirena de una patrulla. Aviento la pipa. Pero ni hay nada. Solo yo y la noche. Debajo de mi está el canal. Son como 5 metros de caída libre. Pienso en dejarme caer. Pero mejor no. Otro día. Hoy no.

Llego a casa. Prendo la compu y una agradable presencia esta por ahí. Platicamos. Dos ebrios frente a un teclado semi borroso. Río. Al parecer ella también. Y como siempre le digo lo que siempre le digo. Sin novedad en el frente. Ella lo sabe, es la mejor, no se en qué, pero lo es. Y yo mejor ya me duermo. En la almohada se escucha mejor la música de su risa.

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