martes, 1 de abril de 2008

Mmmm...

No lo sé. A lo mejor exagero. Pero mi posición es la misma. Por el momento todo se puede traducir en tener miedo a odiar. Me acosté y miles de voces encabronadas me decían que pensar, que hacer, que decir. Odié estar acostado escuchando eso. Prender el televisor para calmar un poco ese miedo que ni siquiera existe. Que no puede ser. Odiar, palabra tan injusta como amar. Además de que son pasajeras. Y confunden. Al menos a mí. Te quiero pero odio lo que haces. Una vez escribí una letra para una rola de los Potato Crunch que decía en una estrofa: Ten miedo a querer pero valor para odiar. O al revés, no recuerdo muy bien. Se puede cambiar a: ten cuidado cuando quieras a alguien; pues lo puedes llegar a odiar. Pero de eso no se trata. ¿Porqué odiar al que no te quiere? Mejor te alejas y san se acabó. Solo que cuesta mucho ir y venir. Puede llegar a cansarte y destruirte. Y eso no es bueno.

Miedo a volver a caer. Dejarte envolver. Dejarme ir con todo para que de nuevo; aunque no lo quiera, volver a caer. Eso más que miedo es precaución.

Miedito a no volver a ver lo que tanto te gusta. Miedo a estar solo y loco para siempre. Miedo a convertirte en alguien normal y seguir por la vida como Juan Pérez Sánchez. Mieeedo a no cumplirme lo establecido hace eones. Miedo a dejar todo y no tener nada. Pero no es un miedo que te deje tirado o que no te deje hacer nada. Es un miedo que se queda por ahí. Adentro. Y que es natural. De todos modos por algo se invento el miedo. Para destruirlo, sobrepasarlo y seguir moviéndose. Dejarlo atrás. Pinche miedo inútil. Ay si miedo miedo.

¡A la verga el miedo! De nada sirve vivir en medio de pavorosos pensamientos si no aprendes de ellos. Dejarlos. Por eso muchas cosas no se hacen. Por el putito miedo. Ay si que tal si me pasa esto o me pasa lo otro. Pero si no lo sobrepasas y te quedas esperando a que llegue Juan Camaney ó Pancha Maciza y te lo quite, ya te chingaste.

Además el miedo destruye. Te hace chiquito y estúpido. Te quita de en medio con un soplo. Te hace ver mal. Te quita lo que das. El miedo es una mierda. Y ya.

Por eso queridos estudiantes—El profesor se arregla la corbata y los lentes—no deben tener miedo de los exámenes finales. Ni me odien si los repruebo. Y no vayan a pensar que no los quiero, es más, son mi grupo favorito.

No hay comentarios: