La locura llega en momentos inexplicables como cuando el taxista te dice: Te cobro 100 pesos. Ja, como cree que le voy a pagar tal cantidad si me puedo ir caminado. Perfecto imbécil, el taxista no yo, (y clarito escucho “Tu caso ya no tiene solución”) por lo que el cerebro se pone en estado de caminata maciza.
Aquellos que saben donde esta el Rocio y Candiles saben que la distancia es grande. 3 horas caminando en medio de la madrugada. Ver amanecer conforme das pasos para llegar a tu cama, tu cama, mi cama ahora, vale la pena. Pedirle favores a la luna que no quiere desaparecer. Ojala y me los haga realidad.
Y por fin llegar a casa de día.
Tratar de asimilar el cansancio brutal de la peda y la caminata. Ver un montón de polvo callado e inútil sobre mi almohada. Y no me dice nada.
Solo espero que la Luna no sea sorda y yo sea digno de sus deseos.
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