domingo, 20 de julio de 2008

Ruego porqué el polvo me de una respuesta que me satisfaga.

Tras una noche llena de aventuras míticas etílicas (tales como llegar a una boda en unas Fachas dignas de domingo crudo pero en sábado de noche, romper el record de 50 metros en 15 segundos (hacia tiempo que no corría tanto, casi vuelo), tomar prestada una botella de tequila, felicitar al novio que nunca en mi vida había visto (la novia mmm mmm) cotorrear con la tía de la novia, salir hacia otra fiesta en una moto ( tres en moto peligro inminente) en un lugar donde el viento da la vuelta, beber otro poco, unos fierros quedaronsé marcados en mi piel de las piernas, casi caer en un tope, noche fría, chicha y volver a viajar en moto tres peligro inminente para llegar a casa de Cristian y de ahí….caminar a mi casa.)

La locura llega en momentos inexplicables como cuando el taxista te dice: Te cobro 100 pesos. Ja, como cree que le voy a pagar tal cantidad si me puedo ir caminado. Perfecto imbécil, el taxista no yo, (y clarito escucho “Tu caso ya no tiene solución”) por lo que el cerebro se pone en estado de caminata maciza.

Aquellos que saben donde esta el Rocio y Candiles saben que la distancia es grande. 3 horas caminando en medio de la madrugada. Ver amanecer conforme das pasos para llegar a tu cama, tu cama, mi cama ahora, vale la pena. Pedirle favores a la luna que no quiere desaparecer. Ojala y me los haga realidad.

Y por fin llegar a casa de día.

Tratar de asimilar el cansancio brutal de la peda y la caminata. Ver un montón de polvo callado e inútil sobre mi almohada. Y no me dice nada.

Solo espero que la Luna no sea sorda y yo sea digno de sus deseos.

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