martes, 22 de enero de 2008

Desmod King.

Es hora en la que el humo no ha cesado. Sigue saliendo de mi boca por más de tres semanas sin parar. Aún estando dormido, parado, sentado, acostado, comiendo, platicando, cagando, bañándome el humo sale.

De mi boca, insisto, el hilito de humo brota como si tuviera una fogata en la garganta. Trato de mitigar su flotante aparición con jugo de piña pero es inútil. El humo se niega en desaparecer.

Mejor me duermo. Al despertar y asomarme al espejo observo que el humo sigue ahí. Cierro la boca asustado. Ya tres semanas son mucho. Pero el humo ahora sale por las fosas nasales. Arde. Prefiero abrir la boca aunque sea un poco y permitir que el humo salga libremente.

LA gente en el camión cree que voy fumando pero no es así. Las señoras que va sentadas adelante de mi voltean y me ven. Casi gritan al ver que no llevo ningún cigarrillo prendido. El humo sale espontáneamente de mi boca. Se paran acercándose al chofer. Algo le dicen y se bajan. El chofer voltea a verme. Aparca el camión y se me acerca.

--Oiga joven aquí no se puede fumar.--Me dice amablemente.

--Pero si no voy fumando. Es este pinche humo loco que no se de donde me sale.--Le explico algo alterado.

--Pues si no deja de echar humo le voy a pedir que se baje y camine hasta su destino.

--Ya le dije que no es mi culpa. Es algo que no puedo controlar.

--Me vale madre. Bájese pinche freak!

Chale. Lo bueno es que me deja cerca del trabajo. Entro al taller mecánico y mis compañeros de nuevo me dicen: Ya ves por tanto fumar. Les dedico una sonrisa mentadora de madre.

Y así transcurre todo el día. El humo sale de mi boca y cuando la cierro de mis fosas.

Creo que tengo que dejar de fumar. De inmediato.

Al llegar a casa me preparo un menjurje que una amiga me indicó es bueno para eso del humo eterno: “Mueles dos pedacitos de madera de pino, un trozo de café, media taza de bilis, ¾ partes de un limón rojo. Todo esto lo mueles con hojas de cilantro y lo mezclas con agua de la llave. Haces gárgaras durante 30 minutos y te lo tragas. Verás como es re efectivo”

Una vez terminada la poción me la tomo. Mágicamente el humo deja de salir. Solo un poco de ardor en las rodillas es lo que siento. Pero del humo ni sus luces. Siento alivio.

De nuevo puedo ver las cosas claras. De nuevo puedo comer sopa sin que ese humito se me meta por la nariz y me provoque tos haciendo que la sopa se escurra por mi boca. Por fin libre de tan ofuscante humareda.

Sin embargo durante el primer día de mi “vida normal sin humo raro saliendo de mi boca” nadamas y nadamenos que: Mi esposa, mi hijo, mi abuelo, mi padre, mi hermano, el chofer el camión, mis compas del trabajo, la señora de las tortillas, la bizca de la tienda, el gordo de los tacos me preguntaron los mismo: ¡Donde esta el humito ese?

Hasta parecía que lo extrañaban. Chingata Moska. ¡Como es que se les ocurre preguntar por el pinche humito? Ahora para que se les quite voy a fumar y fumar. Faltaba más.

Los dos primeros días me aventé casi 7 cajetillas. Y nada. El desdichado humo no hacía su tan ansiada aparición. Así que redoble la dotación. Fumaba hasta cuando cogía. A mi esposa no le hacía la menor gracia. Pero hasta ella me decía: Ay como que si extraño al humito. Y esque aunque fumes…pues no es lo mismo. Que poca madre.

Por lo tanto si algún día me ves por la calle y ves a un señor con cuatro cigarros en la boca, ni me preguntes que diablos estoy haciendo. Solamente estoy buscando una rara felicidad.

1 comentario:

Paula Muñoz Inclán dijo...

Moraleja: camarón que se duerme, déjalo correr...
jajajajaja