domingo, 9 de marzo de 2008

Daño ilógico.

Sucede que en las utopías narradas en toda la literatura clásica o moderna la situación utópica siempre tiene un desenlace nada bueno. Ya sea para sus protagonistas o a la humanidad en su totalidad.

Existen seres utópicos en toda la sociedad. Los hay en altos puestos de grandes compañías así como locos de atar o homeless y que no tiene ni un penique. Se puede decir que en este caso me siento como homeless lunático. Un poco nada más. A pesar de tener un lugar al cual se le puede llamar hogar. Y que de lunático nada más tengo la afición de ver la luna en mi cuarto creciente. A pesar de esto quiero creer en las utopías que he creado hace ya varios años. Lo malo de esta utopía y de casi todas es que su realización es casi imposible por no decir inexistente.

De hecho etimológicamente la palabra utopía quiere decir No-lugar . Aunque solía confundirse con “buen lugar”. Esta es una confusión que se dio por que el autor que inventó el concepto era ingles, Tomas Moro, ya que la palabra lleva el prefijo griego ou que suena igual que eu en inglés. Un clásico juego de palabras.

Y el juego consiste en que si a uno le da por meterse en ondas utópicas sabe de antemano que puede salir sino bien librado, sí medio desilusionado. Por eso mejor hay que retomar esos pensamientos liberadores y de nuevo encausarlos a la vieja práctica de la búsqueda utópica.

Las utopías pueden ser gigantes o mínimas. Pueden ser personas o metas. Desde que nacemos vivimos en una utopía. La cual se va deformando según crecemos. A veces vivimos para lograrlas o solamente soñamos con realizar ciertas metas. Hay quienes alcanzan sino el grado total de completar su búsqueda sí algunas de sus realizaciones

Casi todos en momentos de la vida tenemos nuestra utopía particular. A veces dejamos que se termine o se vaya. Otras veces se retoman esfuerzos para seguir. Y otras veces simplemente dejamos ese pensamiento de lado. Se le ve como un pensamiento inútil. Al cual no hay que hacerle caso. Solo en momentos de total aislamiento personal se pueden volver a sentir. En creer en ellos.

Y eso es como vivir en un limbo. En el cual no sabemos que hacer. Si seguir aquí o buscar nuevos caminos para seguir con esa búsqueda.

¿Y ahora para donde jalamos? Si la utopía es un no-lugar. ¿A donde ir? Si allá no hay nada pero si hay de todo.

Es tiempo de rascarse las cejas.

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