jueves, 6 de marzo de 2008

El hombre acostado con pipa

Se encontraba hablando. Estaba en un diván. Muy cómodo por cierto. Hablaba de sus inter-discusiones. Trataba de entender si todo el tiempo era 100% consiente de sus actos. Más sin embargo se dijo: Nadie puede actuar de manera consiente nunca. Puesto que siempre actuamos sin saber quienes somos en su total realidad.

El humo que salía de su pipa le era un poco molesto hasta para él mismo. Se levantó del diván y se dirigió de nuevo a la ventana. El paisaje desde las alturas lo calmaba. Abajo podía ver a las personas y todos sus movimientos. En ocasiones seguía con la mirada a cualquier gente. Aprovechaba para ver si actuaba según sus ideas. Ahora va a dar vuelta ahí, se va a amarrar las agujetas, en este momento lo atropellaran; solía pensar. En ocasiones acertaba y en otras no.

Volvió al diván. Tomó de la mesita su vaso con café. Sorbió un poco la bebida. Estaba caliente. Volvió a acostarse.

Se vio dentro de unos días descansando en una hamaca. En un lugar con playa pero sin mar. El sol daba descaradamente en su cara. El viento fresco le hacía menor el impacto solar. Se aburría. Pero descansaba. Abrió los ojos de nuevo.

Se sentó. Vio hacia la ventana y observó a una paloma en la cornisa de la misma. La paloma era gris pero en el pecho tenía plumas color azul. Hizo un extraño sonido. El mismo que todas las demás que pasaban detrás de ella. Segundos después ella hacía lo mismo. Voló.

Cerró los ojos esperando de nuevo encontrarse al sol.


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