sábado, 8 de marzo de 2008

"precaución"

Sucede de la siguiente manera. Te vas desprendiendo de tu piel poco a poco.

Deja que brote el rojo de tu carne. El dolor es evitable. Sangrarás.

…¿Y luego?¡Que pasa!

Nada te dejas ir con el sonidito.

--¡Cual sonido?

Como el que escuchaste la primera vez.

--Yo no escuche nada.

No te hagas.

--Es que no me acuerdo. No lo puedo evitar el no acordarme.

Luego de que sangras dejas que entre el aire.

Luego te hundes en más sangre. Mucha más.

--¿Y todo eso de que me va a servir?

La verdad para nada. Pero si vieras que efectivo es.

--Se me hace que me quiere ver la cara. Y no se va poder.

Mantenga la calma. Todo suele acabarse en una eternidad.

Deje fluir su esencia…

--Como que deje fluir. Fluir fluir fluir. Es todo lo que me dice usted, esta usted loco.

Permítame concluir. Una vez que termina el flujo vital usted puede que sienta como le comienza a crecer el ALMA.

--Mejor devuélvame mi dinero.

Siéntala crecer. Es el poder puro!

--Puro choro, viejo loco. Ya me voy. Quédese con el dinero.

La salida fácil no está por aquí. Es mas adelante. No detenga su paso. Sienta su ALMA crecer.

La voz seguía a Gertrudis. Le era difícil aceptar todo lo que escuchó. Aunque las palabras parecían no tenían sentido, una extraña sensación le invadía el cuerpecito.

¿Sangre? Que tiene que ver la sangre en todo esto se preguntaba ella.

Al llegar al trabajo se dirigió con doña Meche para decirle que se sentía extraña. Y todo por hacerle caso. Doña Meche la observo. Le dijo que no se preocupara.

Pero pasaron los días y la voz seguía poniendo en muy mal estado a Gertrudis. Hasta que decidió ir a buscar de nuevo al que las había dicho. Pero al llegar vio con mucha tristeza que ya no había nada. Solamente había un pedazo de madera vieja clavado en el piso. El pedazo de madera tenía clavada con un alfiler una nota. La cual decía: NO SE ACEPTAN RECLAMOS.

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