domingo, 16 de diciembre de 2007

He visto que algunas obsesiones habita en mi. Una es la de revisar mis bolsos varias veces para checar si cargo las llaves de la casa. Esto lo hago cada vez que salgo de casa. La otra es contar el dinero antes de pagar el transporte. Cuento mas de tres veces las monedas para ver si no han cambiado de nominación accidentalmente. Otra es la de fumar un cigarro cada vez que bajo del camión. Sin ese cigarro el día no puede comenzar. Bueno aunque ya me he fumado otros cuatro antes de subirme al camión. Extraños rituales neuróticos supongo.
Algunas otras obsesiones son menos claras. Más bien es un solo pensamiento que se subdivide en varios tipos de obsesiones. Unas por esto y otras por lo otro. Solo que todavía no son 100% identificables. Puede ser que algunas personas digan: Eso no es vida. pero si lo es y es bastante simple. Además casi ni te das cuenta de tus obsesiones diarias. Solo si vives con alguien te las puede decir. Agreguémosle que ese alguien este contigo todo el tiempo. Además de que no debe de dejar de prestarte atención todos los minutos de tu día y noche. Y todavía no existe alguien así. Asi que solo uno mismo se da cuenta de esos rituales invisibles. Ya son actos reflejos de tu diario vivir. Pasan desapercibidos. Estas son las obsesiones físicas. Ahora faltan las que viven dentro del cerebrito. Las que ni tu ves. Nadie las ve. Pero solo tu las conoces. Y esas obsesiones son realmente fantásticas. El realizarlas da una especie de motivo para seguir viviendo día a día. Sin hacer nada más. Solo vivir. Y ver como van y vienen a su antojo. Solo hay que mantenerlas en línea y listo. El mundo no cambia por unas simples propuestas imposibles a lograr. Pero ahí están y no se van. Demosle su tiempo para que se hagan realidad. Obsesiones cábulas.
Es solo cuestión de que el destino no se equivoque esta vez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo solo a veces me reviso los bolsillos. Otras se me olvida. Y las llaves también se me olvidan, cuando no me los reviso.
No puedo comer con según qué tenedor. Algunos me dan manía. Escojo.
Y él, sigo soñando con él. Después de todo. No le puedo guardar rencor. No lo puedo odiar. A pesar de todo.
Y si el destino se equivoca, levántate, sacúdete las manos y sigue caminando.

limbocolectivo dijo...

Así es.
No se puede odiar a lo que amas.
Aunque por del otro lado ni se acuerden de ti.