domingo, 2 de diciembre de 2007

Incapacidad Reflexiva.

La introspección diaria ocurre sin falta. Pero hubo días en que no.
Por eso no conocía mis estados mentales. Ahora sé el porque de algunas situaciones.
Por ejemplo el día en que me encontraba lavando trastes en Winder (pueblito al norte de Atlanta, GA ) con una carga de trabajo impresionante. Yo era el único cocinero, dishwasher y mesero en el restaurante La Casita. Este pútrido restaurant era malgobernado por un peruano loco y su esposa Pueltoliqueña embarazada de nueves meses. Casi diez. Por ayudantes tenía a los hijos del peruano ( Uno de la pueltoliqueña y otro con una gorda redneck que vivía cerca de ahí) y aun primo de 10 años. Los tres niños estaba de vacaciones. Y los había llevado a trabajar para que sintieran el rigor de ganarse unos cuantos dolares de la billetera de su puñetero padre.
Digo esto porque el tipo aquel me pagaba con cervezas y con muy poco dinero para la chinga que
era trabajar diario de 9 am a 12pm todos los días. En fin un gran hijoputa. Entonces estaba yo con una carga de trabajo infernal: hacer12 tortas (sandwichs según ellos), ¡trabajan 5 shakes!, Rápido rápido las french fries, Por aca pasame unos plátanos fritos, lava esos trastes, mas selery, más agua please!!, Ya estan los sandwishes???, Que pasó con los shieks?
todo esto tenía que atender. Pero ese día entre las putas órdenes de todos vi como se caía un trozo de queso amarillo todavía envuelto en plástico rumbo al interior de la freidora de papás. El aceite llevaba todo el día hirviendo lo que hacía que la temperatura de la cocina se incrementara. Un calor de la chingada para ser más claro. Los veranos en Atlanta son escandalosamente calurosos. Mi ojos se dirigieron al queso. Y estos ojos mandaron una orden al cerebro: No dejes que se quemen esos quesos, se taparía la freidora y la tendrías que destapar y se armaría un desmadrecaos aquí mero y tú no tienes porque aguantar más mamadas!!!!!!!!
Hice caso a mi cerebro y metí la mano alcanzando a los quesos. Los tome...en ese momento me di cuenta de que tenía la mano sumergida en aceite hirviendo a más de 200 grados centígrados!
Tome los quesos y saque la mano con ellos en la palma. Los aventé y cayeron el la barra de la estufa. El aceite les chorreaba cayendo en un charquito de agua despidiendo el olor del hule quemado del piso. Psssst. Aceite Caliente. Me vi la mano y estaba intacta. Nada por aquí nada por allá. Wow. Nadie vio este acto circense de primera. Levante el queso y lo aventé a la basura. Seguí con mi trabajo. Pocas horas después mande a la chingada al pinche peruano de mierda y me fui de ese trabajo para buscar otro.
De haber hecho un segundo de introspección en ese momento chance y no meto la mano. Dejo que se quemen y ya. Pero no conocía mi estado mental. Era de confusión total. Así que sin pensar hice un acto ilógico y peligroso sin medir consecuencias.
Creo que ya voy viendo una solución...

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