lunes, 19 de noviembre de 2007

Buuuuu rla T

De que espantaban, espantaban. Y macizo.
Cabezas flotantes que decían tu nombre, seres que salían flotando del ropero, gente que se aparecía enfrente del televisor, gritos nocturnos, gatos que ahorcaban a la gente, pasos de nadie y demás.
Todo en una sola casa. De noche te daba culito salir al patio para encender la bomba de la cisterna.
La familia decidió cambiarse de casa. Pero los pinches gasparines se fueron con ellos.
En la nueva casa las cosas seguían igual. Las cosas se movían de un lugar a otro en la noche, ruidos extraños, etc.
Se volvieron a cambiar de casa. Ahora era una casa nueva ya no antigua como las dos anteriores. Los fantasmetas tardaron un buen tiempo en agarrar confianza y tómela cabrón que se vuelven a aparecer. Pero pues ya estaban acostumbrados. Así que solo al morro se le empezó a botar la canica y solo el sentía las vibras raras. Y pues ahí sigue el morrito. El si cree en los fantasmas. Uy.

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