domingo, 11 de noviembre de 2007

Recordar es:

Existe un cansancio en mi. Todo yo soy el cansancio inmaduro lleno de inercia parada debido a las ocultas intenciones de una cosa con alma. Esa cosa se mueve en el interior de mi cerebro como si tuviera vida propia, como si fuera un pasajero habitante del camión de mi destino.

Desesperación hipócrita de soledad intachable y deseosa de estar en contacto con gente animalada; para ver y sentirme uno más de ellos, si no es que yo también me he convertido en un animal con cuerpo de humano.

El cansancio se siente como todos los segundo que transcurren en el mundo. Todo es viejo o es nuevo con cara de viejo. A nadie se puede engañar con las estúpidas máscaras de amor y respeto que no se siente. Es amor de tele, amor en tiempos de internet, amor de tiempos inexistentes.

Rabia de querer que alguien se te aparezca, aunque sea un poco más o o un poco menos. Que sienta algo por ti. Aunque sienta un odio hacia ti, un odio hacia algo, un odio verdadero que no se esconda en los ramos de la berenjena del sentimiento melcochante y tedioso.

Las mujeres se esconden en fachadas de putas baratas y los hombres se esconden en prejuicios de homosexuales. Desencadenan su miedo a las mujeres platicando de ellas como si fueran trofeos o alimañas a las cuales hay que exterminar. Cogernos a cada una de ellas. No importa quien sea. Lo que importa es que tenga unas grandes tetas o un profundo y sabroso trasero aunque este lleno de pelos y mierda seca.

De las mujeres que existen ahora un puñado merecen ser consideradas (por ellos) como intocables, hacerlas a un lado, son mujeres que piensan más que nosotros, hay que hacernos a un lado. Una mujer que piensa es dañina para la salud del hombre. Yo quiero ser totalmente dañado y exterminado por Una Mujer de estas.
Los hombres en busca de emociones sexuales y contacto carnal con personas desconocidas es ahora una regla.
¡Al diablo con sus estúpidas pretensiones!

El terror llena mi boca y mis ojos al escuchar sus palabras por teléfono, escucho palabras que se distorsionan al entrar en mi cerebro. Cambian sus significados y me aterran que esas palabras sean las que escucho. Lágrimas de cinismo propio y de desdoblamiento corporal de no sentirla más.

Calles solas con mis pasos arrastrándose por las piedras pequeñisimas del asfalto, estrellas que avisan que todos están bien y perfectos. Locutores de mentiras pagadas y de groserías como un río alejan las ideas impropias de un ajeno al sistema.

Pesadillas de cortar la mente y la respiración. Flotamiento por la habitación en búsqueda de las almas perdidas que susurran a nuestros oídos tomar conciencia. Despertar del sueño con el cuerpo húmedo y temblando.Ataques de recuerdos de los movimientos de sus manos y de sus roces hacia el espacio ocupado.

Ajenos pensares descubiertos por las ondas del aire arquitectados por mentes extranjeras y voces desconocidas tranquilizan los avasalladores vuelos de impertinencia individual.
Te quiero mucho, mujer de pelo corto y negro.
02-07.

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