martes, 19 de febrero de 2008

By the way...

Puede ser que hace tiempo caminabas por unas calles en las que pensabas nunca más estar por ahí de nuevo.

La primera vez caminas por ahí y luego años después es un lugar habitual. O sea, pasaste por ahí como cuando pasas por un lugar y sabes que nunca más podrías volver. Pero sucede que tiempo después son tus calles por las que más andas. Más caminas. Pensar que como un simple turista por ahí andabas. Después como borracho perdido. Poco después como asiduo habitante de las casas aledañas.

Y no sé porque no se les da esa importancia a las calles. Al menos para mi significan bastante. Nunca te imaginas que algo tendrán que ver en tu vida. Y ahí están. Y ahí se quedaran. Muchas más personas caminaran por las banquetas y de seguro muchas más cosas pasaran por ahí. Un ejemplo: De morros solíamos jugar en un campo abandonado. Poco después en ese lugar encontraron un esqueleto de mamut. El simple lugar de juegos era nada más y nada menos que un cementerio de MAMUTS. Y era un simple campo en un lote baldío.

Otro aspecto de las calles por las que caminamos es el momentum que se vivió cuando rondabas por ellas. Ibas con alguien especial, te pasó algo raro, esperaste a que saliera alguien, te atropellaron, te robaron, te enamoraste, etc. Eso me llama bastante la atención de las calles. Los recuerdos que te traen a veces.

Pero igual, te vas. Y de verdad nunca más vuelves a poner un pie por ahí. Algo que siempre recordaremos son los lugares donde viviste. Aunque solo haya sido poco tiempo. Lugar donde vives lugar del que recuerdas la calle. Cuando habitaba en Donceles Lobelto y su servidore nos quedábamos horas en el escalón de la puerta viendo gente pasar. Y veíamos todo el caos que reinaba en esa calle. Cuando los policías les ponían las arañas a los autos mal estacionados, danzantes emplumados rumbo a su brinca brinca, reinas sin corona, al Apesteitor, camellos de cocol, enanos, bizarros, compas, microbuses lentos. Podía decirse que era una calle tranquila del centro del DF. A solo dos cuadritas del zócalo. Bellas calles y más de noche. Sin gente. Todo lo contrario al día.

Solíamos caminar por ellas con rumbos medio macabros pero nunca nos pasó nada. Solo una vez un banda fue interpelado por Lobelto y casi se arman la bronca. Pero nada grave.

Calles que se quedan y otras que se van. Pero que deseas aunque sea una sola vez de nuevo caminar seguido por ellas. Reconocer hasta el bache que estaba después de la segunda coladera. El árbol que nunca crecía o en su defecto la rama petrificada. El auto estacionado lleno de oxido. La luz ámbar que dejaba pasar un rayo de luz al cuarto. Todo eso en una calle tan exhalada.

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