miércoles, 20 de febrero de 2008

Violencia callejera y eclipses.

Compre unos delicados como es costumbre desde hace meses. De la tiendita me dirigí de nuevo al trabajo. En cielo un jet hacia una curva de casi 90 grados. La estela que dejaba daba las pistas necesarias para saberlo. Detrás de el venía otro jet. Este venia en línea recta. En algún punto del cielo se cruzaron dejando un extraño símbolo en el cielo. Me senté en una jardinera mientras prendía un cigarro. Enfrente de mi se encuentra una de las avenidas principales del lugar. Observe que cerca de los semáforos se armaba una bolita de automovilistas. Unos jóvenes se insultaban de manera radical. Uno güerito tuvo que ser detenido por uno de sus amigos. Pero fue inútil pues alcanzó al chofer del percance cuando dio vuelta en el retorno. Empezaron los insultos a toda voz. Por fin el cuate de la troca se bajó y se enfrento a puños con el güerito. Midiéndose y tomando distancia. Luego puños en ambos rostros. Puaf. La pelea se traslada a la banqueta de Sanborns. Se siguen dando machín y discutido. Un poco de sangre y patadas. Poco después se separan y comienzan a platicar. Ya saben, puro lenguaje corporal porque no escuchaba nada desde donde yo estaba. Batían los brazos, se señalaban al rostro y se peinaban. Omití una patada de un chaparrito al güerito. Esa fue la única intromisión. Poco después la gente se calma y se van cada quien por su lado. Al pasar enfrente de mi vi al guerito y su cara roja. Después pasó el otro tipo y se veía adrenalinado. Segundos después llegaron los policacas preguntando si ahí se estaban peleando. Les habían reportado un desorden público. Obviamente no vieron a nadie. Los fotógrafos el periódico donde trabajo también salieron cuando ya no había nada.

Después en la noche observe la luna y recordé. La luna no esta normal. Y claro. Había un eclipse de luna. Vaya y nadie me había dicho algo. Más bien como que nadie sabía. Por lo regular cuando hay un evento naturaloide todo mundo lo sabe desde temprano. Pero esta vez no. Es como el temblor en el metro que algún día contaré. Así que la Luna me estaba demostrando como era devorada por el jaguar. Tsssssss.

Y me acordé de alguien muy especial. Tan especial que me hizo saber que aún un eclipse de luna no es capaz de tapar su extrañada sonrisa.

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