viernes, 22 de febrero de 2008

Exceso de confianzita

Fue lo que tuvieron estos animalitos. Animaslistos deberían de decirles. Al saberse una especie protegida no dudaron en meterse de pronto en tiraderos tóxicos y comenzaron a crecer desmesuradamente. De pronto los veías comer en tu basurero. Parecían perros callejeros con ojos saltones y brincando de aquí para allá. Eran muy peligrosos. Todo el mundo les temía.

Hasta que…a un señor de Australia se le ocurrió la idea de domesticarlos. Especie fuera de peligro hay que domesticarla de inmediato. Así que Desmond King bisnieto del cazador de cocodrilos tuvo esa idea maravillosa. Los comenzó a criar y a darles leche en muy mal estado para el ser humano. Pero para los Tarsios era la neta. Se tomaban litros y litros de esa leche podrida. Pero los hacia crecer gigantescos. Eran como elefantes de circo pero más cabrones. Estos animalotes, ya crecidos, daban unos saltos espectaculares. De más de 35 metros de distancia. Y la altura era increíble. Podían treparse a un edifico de 15 pisos sin problema alguno. Solo que ya domesticados el tal Desmond King los empezó a usar como zeppelines en tierra publicitarios. Les ponía sendos carteles o les pintaba la piel. Y obvio todo el mundo los veía. Compre esto, compre lo otro, visite tales playas, etc.

Hasta que una linda señorita de nombre Isolda Pérez también tuvo la idea de estudiar a estos animalotes. Hasta tal grado que supo que los pobres animalitotes sufrían mucho. Así que se puso en contra del adiestramiento de los Tarsios. Tenía que liberar a más de 500,000 Tarsios que ya para ese tiempo estaban domesticados. Eran gigantes pero no hacían nada. Inofensivos pues, a pesar de sus largas unas y afiladísimos dientes.

Hasta que lo logró. Solo que los Tarsios no tenían donde vivir. Así que los dejaron en libertad en las ciudades. De hecho cualquiera que viaje a Australia puede verlos.

Y todo por el exceso de confianza.

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