sábado, 9 de febrero de 2008

Callaos cerebro, callaos. (once in a lifetime)

Estamos de acuerdo en que el cuerpo humano supura todo tipo de sustancias, que si no las necesita las evacua. Entre las más famosas están: los mocos, las lagañas, las cacas, los eructos, los pedos, la cerilla, la borrita del ombligo y la que se encuentra entre los dedos de los pies, además del sudor y los granitos del rostro (ya sean barritos o espinillas). Me olvidaba de los gargajos ó flemas que también cuentan.

Todas esas purulencias son naturales, son acumulaciones de materia que no necesitamos y que de alguna manera el cuerpo se tiene que deshacer de ellas. Por lo regular sus formas, olores, textura y demás no son nada agradables a los sentidos del humano común y corriente.

¿Cuántas veces no te has visto en la necesidad de soltarte un pedito en medio de una concurrencia?, ¿Sin darte cuenta y sin que nadie más lo vea metes tu dedo en la nariz para sacarte ese molesto moco seco que llevas horas tratando de sacar infructuosamente?

En lo que a mi concierne la tos que tengo y que me produce tremendos gallos grises los cuales tengo que escupir ante las miradas atónitas de la gente que no cree que esos sonidos guturales sean algo sano. Y menos si vieran el tamaño de las flemas. Y su asquerosa consistencia.

Por lo tanto son sustancias materia que el cuerpo no necesita y por lo tanto la tiene que evacuar. De alguna manera, nada vistosa ni agradable, tienen que salir.

¿Pero que sucede cuando la sustancia es intangible o sea que ni se puede ver, tocar o sentir?

¿Qué pasa cuando el cerebro necesita sacar esas cosas lúgubres que obstruyen y ocupan espacio vital? De alguna manera tienen que salir. Y no por eso son cosas que valgan la pena.

¿Quién le ha puesto cierto valor a un moco o a un pedote? Que yo sepa nadie. Nunca se ha tomado como algo personal el que tu novia o novio, amigo o amigo, padre o madre, hermano o hermana produzca algo así. Es más hasta se toma como un chiste, accidente o síntoma de alguna enfermedad 100% curable.

Solo que con los mocos pedos gargajos cerebrales no ocurre así. Y menos en mi caso. En lo cual ya he ahondado demasiado. Pero me ha dado la gana de explicarlo de manera diferente, más vistosa y con una comparación única.

Es cierto que la mente produce cosas bellas y atrayentes. Pero el cerebro también puede tener gripe o tener gases por así decirlo, y puede ser que bajo el influjo de alguna sustancia se atrofie la materia chida dando lugar a que los malos pensamientos salgan a flote. No porque sean malos o desagradables significan que sean VERDAD. Eso hay que tenerlo claro. No porque de vez en cuando pienses en matar niños, en cogerte a tu mamá, en patear a tu lindo cachorro recién nacido eso no significa que lo quieras hacer. Es más ni cuenta te das cuando lo piensas. Porque esos pensamientos se quedan guardados en el subconsciente y solo salen a flote o tocan superficie cuando uno esta en lo que se puede llamar “trance”. También pueden tener lugar cuando ciertas circunstancias en el ambiente lo propicien, lo hagan salir sin que el portador tenga control o voluntad para controlarlo. Es como un estornudo, como una tos, como un pedito…

Pero por supuesto que todo depende de la magnitud del pedo, por así llamarlo. Habrá quienes justifiquen sus pedorrez mental con problemas del trabajo, con traumas infantiles, con frustraciones emocionales-sexuales-sociales, etc.

Una de las connotaciones negativas de este problema es que afecta de manera directa a: La gente que te rodea, con la cual convives. Algunas pueden tomarlo como alguna falta administrativa, chiste o extraña manera de ser. Recordemos al borrachito de fiesta que llora, cuenta chistes y termina dormidito en cualquier lugar; ya sean las escaleras, la parte de atrás de una mesa o dentro de una caja de jabón Roma. Están los que tienen los síntomas más pesados (póngame como ejemplar a diseccionar) y son aquellos que: Ante una forma grosera de ingerir bebidas empiezan a desviar la mirada, se dejan influenciar por esos mocos mentales, y dejan todo lo coherente de lado. Para así tener como resultado un pequeño gran malacopa señorial. Y te das a aborrecer. Puedes decir las cosas más malsanas que se le pudieran ocurrir a un demente, pero tú las dices; puedes cometer las peores faltas de respeto sin darte cuenta; puedes decir las mentiras más despampanantes y acomodarlas según sea el caso, pero estás ciego mental. Estás repleto de moco cerebral. Y lo malo es que no hay un clínex con el cual te puedas sonar, ni pañuelo que te pueda consolar. Y mucho menos nadie que se quiera acercar a ti. Saben que eres peligroso porque no escuchas razones y mucho menos consejos.

Es hasta el otro día cuando ya estás des constipado que apenitas te das cuenta del pedote moco que traías atorado. Y la única manera se sacártelo fue haciendo osos, performances, dramas, ridículos, amedrentando, violentando, molestando a las persona que tuvieras cerca. Salpicaste con tu caca a todo aquel que estuvo más cerca de ti. Y sabes que estas muy malito. De verdad.

Ahora pues. Sabemos todos que para la tos, gripe, acidez estomacal, gases, lagañas, sudor extremo, apeste de patas, comezón en la cola existen medicamentos. Hay medicinas que curan. Métodos para curar, quitar, aliviar, remediar estos males. Igual para el cerebrin. Tanto puede ser un proceso cabrón o uno muy sencillo. Para la tos hay jarabe. Para la gripe pastillas. Para lo mocos está el fabuloso papel de baño. Para el apeste de patrullas el mágico talco. Para mi mal están unas pastillitas. Y también la voluntad. Y las ganas de que mi vida transcurra en una especie de tranquilidad chicha-macizorra sin necesidad de probar las aguas de las verdes matas. Que tanto daño me ha/he causado con ello. Si lo que quieres es estar debrayando para eso hay otras cosas. Y bien lo sabemos. Más bien lo sé. No es necesario que me cuenten de eso.

También hay que tomar en cuenta que ante cualquier enfermedad siempre existen rezagos o latigazos de ella cuando se cree ya estar curado. Como los rebotes de los acitrones de fandango sabare. Como los moquitos de agua después de una larga gripe. Como la tos tras una agobiante laringitis. Igual en este caso puede que haya gritos de ahogado del malacopa que se va para siempre. Del Hyde que llevabas dentro. Los últimos gritos del demonio culero que tanto has intentado dejar atrás. Y puede ser que por error estos salgan de nuevo, pero nunca para volver a ser lo que eran. Son solo efectos colaterales fácilmente evitables.

Pero eso sí: Para la estupidez no hay remedio. Espero no sea mi caso. No lo creo. De verdad.

Sin embargo. Como solía decir la Dama del verde Vestido: El progreso llega DE-MA-SIA-DO tarde. Si alguna vez, hace varios meses atrás me hubiera aventado este speech, no estaría ahora escribiéndolo para auto explicarme mi absurda conducta.

En fin que si de algo sirve esto pues que sirva. Si no pues es que no tengo sueño.

PD: Esto solo se aplica al malchupe. Demás sustancias no son aquí tratadas. Gracias.

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